05 de junio de 2008

Para desplegar los contenidos haz clic en el botón de tu elección

    05 de junio de 2008
  • Por la defensa del petróleo y la Soberanía Nacional



  • Embj. Gustavo Iruegas Secretario de Relaciones Internacionales del Gobierno Legítimo de México

    Emb. Alberto Székely, Asesor legal del Consejo para la Defensa de la Biosfera Chamela-Cuixmala

    Mtro. Fabio Barbosa Cano, Investigador Asociado en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM

    2da. intervención del Embj. Gustavo Iruegas Secretario de Relaciones Internacionales del Gobierno Legítimo de México


  • En apoyo a las iniciativas de Calderón


  • María de Lourdes Melgar Palacios, Consultora Independiente y Analista en Temas de Energía

    David Enríquez Profesor en Derecho Internacional en el ITAM
    Ponentes en Defensa del Petróleo y la Soberanía Nacional

  • Embj. Gustavo Iruegas (ponencia)
  • Embj. Gustavo Iruegas (2da. intervención)
  • Embj. Alberto Székely
  • Mtro. Fabio Barbosa
  • Sen. Pablo Gómez (réplica)


  • Ponentes en apoyo a las reformas de Calderón

  • María de Lourdes Melgar
  • David Enríquez
    2da. Intervención del Embajador Gustavo Iruegas
    Entrevista al Embajador Gustavo Iruegas

viernes, 6 de junio de 2008

El doble filo del referendo

Marcelo Ebrard y el PRD, en los 400 municipios que gobierna, van a lanzarse a organizar un referendo. Creen, me imagino, que los resultados de la consulta pública habrán de servir para frenar la intentona privatizadora del gobierno calderonista. Aunque me parece necesario y saludable este ejercicio de participación ciudadana y más en un asunto de tanta importancia para la nación, no puedo compartir su optimismo. Mucho me temo que la batalla por la opinión pública en este tema —como en muchos otros– está perdida, o casi, para la izquierda mexicana.

Si la reforma de Calderón avanza —y puede que avance sin mayores tropiezos—, el referendo podrá servir tan sólo, a menos que se produzca un cambio radical en la actual correlación de fuerzas, para extenderle —vaya paradoja para quienes están convencidos de que defienden el interés general— un aval ciudadano incontestable al gobierno y sus aliados que quieren, lo traen precargado en su ADN, privatizar la industria petrolera.

Más allá de los buenos deseos, más afincados en nociones ideológicas que en realidades, de la suposición bien intencionada de que la voluntad ciudadana habrá de pronunciarse natural y contundentemente contra la reforma energética, está el hecho —un asunto si se quiere estrictamente técnico desde el punto de vista comunicacional— de que la inmensa mayoría de los mexicanos se han visto sometidos, desde hace al menos tres años, a un bombardeo propagandístico e informativo sin precedente que puede ocasionar que el referendo termine siendo como un tiro por la culata para sus promotores.

Porque los referendos sólo sirven si la ciudadanía a la que se consulta no es mantenida como rehén por el gobierno y los poderes fácticos. Si los consultados no están, como me temo que puede suceder en nuestro caso, ya condicionados por la propaganda. Si la ciudadanía no tiene la oportunidad —que no la tiene— de comparar, en condiciones de equidad, las distintas propuestas y las consecuencias que en un sentido o en otro tiene la decisión que debe tomar.

Un golpeteo incesante cae sobre una mayoría silenciosa —inmensamente más grande de la que puede llenar las plazas y calles de la Ciudad de México aun en las más concurridas manifestaciones— que pese a su extracción, a su origen de clase, puede estar mucho más lejos de los ideales de defensa de la soberanía nacional de lo que supone la izquierda.

Y es que a la promoción incansable de sus propias propuestas, al enmascaramiento de sus verdaderas intenciones, por todos los medios, a todas horas y con un escandaloso derroche de dineros públicos, el gobierno y la derecha han sumado una campaña también inclemente de denostación de la izquierda electoral, sus líderes y sus organizaciones.

Lo más singular del caso es que al ya tradicional recurso — se utilizó con enorme eficiencia para terminar de destruir a la República de Weimar— de identificación de la izquierda con desestabilización y crisis, hoy los propagandistas de la derecha añaden, la guerra sucia electoral les mostró el camino, la exposición sobredimensionada de los propios errores de la izquierda para desacreditarla. Y no se trata sólo de exhibir sus miserias, como la tragicomedia electoral en el PRD, sino sobre todo del aprovechamiento de sus limitaciones y excesos discursivos.

Cae así la izquierda, por partida doble, víctima de su lenguaje eficiente sólo en la plaza o sólo en la academia. Víctima o de la consigna o del rollo inescrutable e interminable. Víctima, pues —porque suele confundir a las multitudes con un espejo—, de su propio narcisismo.

Las consignas que con tanta eficiencia encienden a los asistentes a un mitin llegan a esa mayoría silente, sentada frente al televisor, transformadas en gesticulaciones teatrales sobredramatizadas y estridentes que suenan, a quien las escucha y ve en la casa, como amenazas de inestabilidad y desorden.

El discurso patriótico exaltado, editado convenientemente, impreso en gruesos titulares, termina convertido en una demostración de intolerancia rampante o en una retahíla de frases desafiantes y dichos de mercado, que si bien en la plaza arrancan aplausos, en la pantalla de la televisión producen rechazo y miedo.

El éxito momentáneo. La frase ocurrente que celebra el público en la plaza no funciona cuando salen de ese ámbito. Conviene tomar conciencia, y rápido, de que la batalla no habrá de ganarse sólo con discursos encendidos y movilizaciones callejeras. Si con plazas llenas no se ganan elecciones —baste ver el ejemplo de lo sucedido en la Nicaragua sandinista del 90—, menos todavía consultas populares.

Y no se trata de aprender los métodos de la derecha. Indignado me ha tocado escuchar a “comunicólogos”, responsables de algunas campañas políticas del PRD, que se atreven a citar a Goebbels. No se trata tampoco de una trivial discusión publicitaria. Se trata de aprender a hablarle de nuevo a la gente. De reinventarse. De saber ocupar espacios que le son negados o que le son adversos.

Surge alrededor de la defensa del petróleo un nuevo movimiento social. Ojalá se desprenda de viejos vicios y ojalá tenga la fuerza y la creatividad para que a la mayoría silenciosa, ésa que debe decidir y marcar una papeleta, llegue su mensaje. Es vital para la izquierda. Es vital para el país. El Milenio

No hay comentarios:

Gracias Por Tu Visita ... Pemex No Se Vende